Crítica de ‘El último late night’: el mejor especial televisivo de Halloween de la historia

sdasasd

A medio camino entre Network, un mundo implacable (Sidney Lumet, 1976) y El exorcista (William Friedkin, 1973), los hermanos Cameron y Colin Cairnes (100 Bloody Acres, Scare Campaign) ofrecen en El último late night una versión retro de los programas más morbosos de la televisión estadounidense. 

Este filme pone en relieve de nuevo la técnica narrativa del found footage que en los últimos años ha hecho brillar títulos de terror de la talla de Maleficio, Broadcast Signal Intrusion o Murder Death Koreatown, permitiendo que nos sumerjamos de lleno en un show con pausas publicitarias y cortinillas risas enlatadas. Cine cuasi interactivo a través de un especial de Halloween, de finales de los 70, que hace desfilar por el plató a un variopinto grupo de parapsicólogos, médiums y farsantes ante la atónita mirada del presentador, Jack Delroy. 

Detrás del protagonista de este sarao encontramos al actor David Dastmalchian en uno de los papeles más redondos de su trayectoria, donde emula al eterno dandi televisivo con cuya verborrea se metía al público en el bolsillo, inclusive en los momentos truculentos. Este ejerce de maestro de ceremonias de un filme que nos lleva de la incredulidad al pavor tras la presentación de una niña poseída hasta alcanzar un clímax delirante y onírico.

La fortaleza de El último late night reside en su capacidad para introducir al espectador en un formato oxidado como el que le da título y hacer que se sienta partícipe de un programa en falso directo, dando un paso más al crear una atmosfera realmente espeluznante. 

El golpe de efecto de su guion llega cuando pasamos de las risas al desconcierto, uno los grandes ingredientes del título, sumándose a un diseño de producción vintage cuidado al milímetro que nos regala así uno de los títulos de terror más interesantes y creativos de los últimos años.