Crítica de ‘On the Go’: una ‘road movie’ alucinada, vibrante y libre con un destino imprevisible

En su ópera prima, María Gisèle Royo y Julia de Castro proponen una revisión y puesta al día de Corridas de alegría (1982), de Gonzalo García-Pelayo, que tiene un pequeño cameo en un film que toma el espíritu libre y desprejuiciado del título original, una película de culto, como la gran parte de la filmografía de su director, para adaptarlo a los nuevos tiempos y formular una road movie despojada de ataduras, ni narrativas ni estéticas. Las cineastas debutantes apuestan por el 16 mm. para que la pantalla se pueble de imágenes sugerentes, contagiosas en su entusiasmo y amargas a un mismo tiempo. 

Un trayecto en coche compartido por dos amigos, una chica, (la propia De Castro), que desea ser madre y, un chico (Omar Ayuso), que busca en las aplicaciones de citas rápidas otros hombres para consolar su abandono. En su viaje, se producen todo tipo de encuentros, propiciando situaciones que oscilan entre la comedia esperpéntica y lo poéticamente surrealista, que son el combustible de su deriva. Con raíces sureñas, lisérgica y rotunda como un tema del Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, una de las bandas que suena en la banda sonora de un film que utiliza el ritmo de la música para aumentar esa sensación de feliz y glorioso delirio que propone esta deslumbrante obra.

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