Pertenece al género de películas interesantes que husmean con mucha serenidad y paciencia entre la naturaleza de sus personajes y, sin prisas pero sin acampadas, te acerca a ellos hasta dejarlos suavemente enfocados. El guion prevé una hábil dosificación de lo que ocurre, quiénes son, cómo son y por qué actúan de ese modo los protagonistas, dos hombres muy simples a los que reúne el azar, emprenden un viaje juntos, largo, ancho, enrevesado y que les permite a ellos conocerse y a nosotros conocerlos.Colombo (que interpreta Javier Gutiérrez) es un desastre, un tipo que descuida sus responsabilidades, laborales, matrimoniales, paternales, lo que se dice ‘un pájaro’, y Mario (Luis Zahera) es un enigma, alguien imposibilitado para hacerse cargo de sí mismo pero con un objetivo claro (no tan claro para el espectador, que lo irá despejando poco a poco). El argumento es el viaje en coche y los ingredientes de ese argumento son las peculiaridades de cada uno, aliñadas de recelos, urgencias, extravagancias, enfermedad, un pasado roto y unos sentimientos con costra.La tonalidad de la película es dramática aunque tiene un timbre, una campanilla, cercana a la comedia, por el tratamiento que le impone Pau Durá, el director, y por el modo en que los dos actores componen a sus personajes. Es gratificante ver a Luis Zahera algo alejado de esa dureza zafia y montaraz de algunos de sus últimos trabajos, y lo es también apreciar la ductilidad de Javier Gutiérrez, tan capacitado para lo hosco y tan eficaz para lo abierto, lo simpático. Ambos hacen un trabajo espléndido, que se aligera o se espesa según los tramos y las tramas de la historia, y tan lleno a veces de simpleza como de complejidad.Al tener carcasa de ‘road movie’, la película es generosa en ambientes, fotografía y situaciones, y también lo es en su trato con lo sentimental, incluso con lo metafórico, con las grullas, los prismáticos, los pasos fronterizos, la lengua, la comunicación, el aprecio a los otros, los distintos… Y posee una cualidad que no a todo el mundo complace, la de dejar que se vayan contando esas vidas, esos pasados, de un modo gradual, moroso y con más sugerencia que información. Una película que transcurre y se desliza hasta un poco más allá de su final.
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