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Crítica de ‘Secretos de un escándalo’ (***): Una actriz en busca de un personaje aciago


Todd Haynes es un cineasta pulcro, elegante y que tiene un modo especial de masticar el melodrama, de triturarlo con los dientes y sacarle mil sabores a la intimidad de una historia. Como en dos de sus mejores títulos, ‘Lejos del cielo’ y ‘Carol’, en este ‘May December’ (título original y más preciso y distinguido que el aparatoso ‘Secretos de un escándalo) recubre de texturas emocionales y estéticas el argumento para que el espectador bucee entre ellas y llegue a la sustancia de lo que quiere contar.En su primera envoltura, la película cuenta la historia de una actriz de televisión (Natalie Portman) que va a hacer una película sobre una mujer (Julianne Moore) que protagonizó más de veinte años atrás un escandaloso suceso al tener un romance con un joven de trece años. La mujer abandonó a su familia, se casó después con el chico y ahora tienen tres hijos ya mayores. Para conocer al personaje, Portman se va al pueblo y pasará un tiempo con Moore y su familia. Del estudio que hace la actriz de su personaje a representar, de su observación a la familia y las circunstancias le surgen a la historia nuevas tramas y texturas, todos esos elementos perturbadores en esa peculiar casa, en la pareja, en la otra familia que abandonó la mujer y que viven en el mismo pueblo (una escena difícil de digerir la del encuentro de las dos familias en el restaurante).Todd Haynes toca varias teclas en su relato, la primera, sutil pero potente, es la de la relación de ese matrimonio, que nació con el componente sórdido del abuso o quizá más certeramente de la dominación, y que aún se aprecia en una influencia adulta de ella sobre él; pero también toca la tecla de la liberación sexual, la potencia imparable y el repudio social. Y muy directamente, Haynes alude a asuntos como el doble, el duelo, el papel secante de la interpretación que absorbe al personaje, y potencia mediante recursos de puesta en escena ese juego de espejos entre Portman y Moore, entre actriz y personaje.El compuesto dramático es intenso y está tratado por Haynes con enorme delicadeza, sin jadeos y con un particular uso de la música (Marcelo Zarvos) y con una estética tan precisa, pulcra y retro como en otras anteriores películas suyas. El frente a frente de Natalie Portman y Julianne Moore es tremendo, inquietante y se mueven con sigilo entre el desprecio y el reconocimiento. No es una película divertida, aunque parece que en algún momento lo pretenda, sino profundamente triste.

Content Source: www.abc.es

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