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El corazón de Nevenka en las manos de Icíar Bollaín: «Una parte de la sociedad no se pone del lado de la víctima»


Entra Nevenka Fernández al bar con mirada descompuesta, frágil, la quiebra a punto de su lacrimal. Saluda a su alcalde como quien saluda al abismo y el abismo le devuelve un gesto obsceno y una invitación para subir al despacho. Vuelve a entrar Nevenka al bar. Esta vez está fría, más «arriba», mantiene exactamente la misma conversación con el alcalde, que ahora le responde más «juguetón», más «suelto», aunque con las mismas palabras y la misma invitación final. Ahí vuelve a estar Nevenka, de nuevo. Entra al bar. Esta vez mezcla la fragilidad con la frialdad. Ahora el alcalde, su acosador, está un «poco más a la izquierda» de la barra del bar, más «intimidante», y tras exactamente repetir las mismas palabras vuelven a salir camino del despacho. Esto, claro, no es real. Esto es una ficción. O, mejor, la preparación de una ficción: el rodaje de ‘Soy Nevenka’ , la nueva película de Icíar Bollain con guion de Isa Campo . Estamos en el centro de Zamora, a dos horas de Ponferrada, y Nevenka no es Nevenka, es la actriz Mireia Oriol . Tampoco el regidor es Ismael Álvarez, condenando en 2002 por acoso sexual, sino Urko Olazabal . Estamos en un bar en 2024 aunque cuando se da la «acción» todo se mueve como en 1999. Icíar Bollain da instrucciones a los actores tras cada «corten». «Más arriba, más a la izquierda, más juguetón». No hay gritos, aunque sí nervios. La tensión se lleva con serenidad. Desde fuera parecería un rodaje como cualquier otro, pero dentro está la presión de trasladar a la pantalla el caso real de la concejal del pueblo leonés que sufrió acoso por parte del que fuera su jefe primero, su alcalde después y su pesadilla para siempre. Nevenka tenía solo 24 años cuando Álvarez, que prácticamente le doblaba la edad por entonces, salió elegido alcalde y ella, número tres en las listas, fue propuesta para la concejalía de Hacienda . Nevenka había estudiado Económicas en el CEU y un máster en la Complutense. Además, había trabajado en una gran consultora. Pero decidió regresar a la casa, a su «pueblo», esa ciudad de donde tendría que huir cuando la sociedad de la época se echara encima de la primera mujer que logró que en España se condenara a un político por acoso sexual . Regresaría a Madrid apenas unas semanas, pero la presión social y mediática siguió acechando. Finalmente acabaría en Chéster (Inglaterra) y, después, a Irlanda, donde todavía vive. Desde allí supervisó el guion, dio indicaciones y, sobre todo, aceptó la historia que Bollain y Campos querían contar, la que va en dos tiempos desde el despacho de abogados donde lo cuenta todo (tras haberse contado a sí misma en la consulta de un psicólogo) hasta los orígenes de ese acoso. Y así, hasta la sentencia del año 2002. Noticia Relacionada estandar Si La madre de Nevenka, la pionera del #MeToo: «Mi hija siguió siendo la mala y él la víctima» Angie CaleroLo recuerda ahora la cineasta, que conversa con ABC horas antes de la última jornada de rodaje, que concluye este viernes tras seis semanas filmando en Bilbao y dos en Zamora, donde se produce la conversación del bar y el encuentro con Bollain. ¿Por qué no rodaron en Ponferrada? «Sí que fuimos porque tenía todo el sentido, pero no acabaron de contestarnos, dejaron en un limbo nuestra petición… y luego hemos sabido que no nos querían dar el permiso… De todas formas creo que es más sencillo también contarlo en otro lugar, porque él es una persona que todavía tiene mucho peso allí y también ella tiene mucho respeto por muchos ciudadanos», revela la directora en un parón de rodaje, donde apura una naranja de postre. No hay nada en Bollain de esa malentendida épica de los rodajes donde un hombre se ponía a dar voces como si fuera un genio en éxtasis con la solución a todos los problemas. Ella dialoga, habla con calma mientras el tiempo, que siempre es escaso y exiguo en los rodajes, se consume y en el planning de rodaje se van tachando secuencias ya filmadas. Como la que se vivirá dos horas más tarde de aquel tenso momento donde Nevenka empezaba a ser consciente del acoso al que le sometía. Ahora toca rodar el primer encuentro entre una recién licenciada nerviosa por conocer al tipo más importante de la ciudad. En un mismo día, en la misma cafetería, Nevenka –encarnada en la dulce mirada de Mireia Oriol– afrontará su final primero y, después, su primera vez. La magia del cine -o del rodaje – que altera los tiempos y el pasado es ahora y el inicio es lo último en rodarse. Lo que no cambia es la sensación de que se está trabajando con un material explosivo , el de la historia de una mujer que puso a la sociedad del momento ante un espejo que devolvió una imagen que hoy es difícil de soportar. «Era una película difícil, sobre todo para los actores, porque son interpretaciones muy intensas y cuando arrancas no las tienes todas contigo de cómo van a salir las cosas, pero la verdad es que he disfrutado mucho tanto con Mireia como con Urco», cuenta Bollain. «Cuando trabajas con gente real tienes una doble responsabilidad de contar muy bien su historia y de representarlos, o por lo menos, de cazar el espíritu de lo que les pasó, porque nunca va a ser igual». Esa tensión la recuerdan los actores. «Yo decía: ‘una lloradita y seguimos’», ríe ahora Mireia Oriol. «Es que yo me sentía mal cuando la hacía sufrir en una escena y, cuando la terminábamos y la dejaba tirada en suelo, tocaba volverla a repetirlo otra vez. Soy una persona muy alejada de ese personaje pero te ves al final que lo tienes dentro», revela Olazabal. Rodaje en Zamora de ‘Soy Nevenka’ David HerranzSi para ellos fue una experiencia que quiebra, uno puede imaginarse lo que sintió la propia Nevenka cuando visitó el rodaje la pasada semana . «Llegó cuando rodábamos cuando él se le declara y también la primera vez que empieza la relación, y estaba muy emocionada. Es una mujer muy sensible, muy emotiva, pero tiene mucha confianza. Afortunadamente, las películas previas le han dado la tranquilidad», recuerda la cineasta, que también añade que, cuando le pasaron el guion, Nevenka lo leyó varias veces y les mando algunas notas «que tuvieron muy presentes», «Es una mujer muy minuciosa», describe. «Tenía también muchas preguntas». También, el recuerdo cercano del documental de Ana Pastor sobre su caso. Noticia Relacionada EPISODIOS PERDIDOS estandar Si «Nevenka» y otras series para helarte de lo posible Federico Marín Bellón Los servidores públicos siguen teniendo mala fama en la ficción, pero su imagen es aún peor cuando los vemos en algún documental, como «Nevenka»No es para menos. «Queríamos contar también esa Ponferrada del año dos mil, que es la España de la época. Nos interesaba ese ecosistema en el que ella entra inocentemente. Porque hay una parte que siempre ocurre en privado, en todos los acosos, pero hay otra que se da en público y se ve, y eso queríamos contarlo también. Porque es una película que habla de eso, de ese silencio, de esa cultura de la violación de que la gente de alrededor lo está viendo. Hay una cosa que se ve desde fuera enseguida: él tiene cincuenta y ella veinticuatro. Él es el jefe y ella es la subordinada. Siempre señalamos a las víctimas y decimos que hablen y que denuncien, pero todos somos testigos de muchas cosas y ayudaría mucho a las víctimas si los que estamos alrededor decimos algo también». ¿Han cambiado las cosas de aquella España a esta? «Hay una evolución en el fondo, pero el trasfondo sigue siendo parecido. Al menos hay una respuesta social radicalmente distinta. Lo hemos visto con Jenny Hermoso, con La manada… Sigue habiendo una parte de la sociedad que no se pone del lado de la víctima, pero sí que hay una gran parte de la sociedad que responde y esto no ocurrió cuando Nevenka. Ella se quedó muy sola y además se la culpabilizó», sentencia.

Content Source: www.abc.es

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