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Joan Manuel Serrat: «Me siento bastante a gusto con lo que he sido»

Un buen día para Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943), por aquello de empezar fuertecito con el tópico. ¿O tal vez no? «En realidad esta mañana no sabía que hoy estaría aquí con vosotros, así que tenía otros planes más familiares», suelta de inicio, en broma pero quizá no tanto, el autor de ‘Mediterráneo’. Sube en par de saltos sorprendentemente ágiles al escenario de la sala que le han habilitado en la sede barcelonesa de la SGAE para atender a los periodistas y, alehop, empieza la función.

Un bis inesperado en forma de premio mayor que, un par de años después de su retirada de los escenarios, le empareja con otros ilustres cantautores como Bob Dylan y Leonard Cohen, el primero también en la categoría de Artes y en la de Letras el segundo. «Me alegra mucho que se premie a alguien por hacer canciones, pero también se ha reconocido a grandes arquitectos, a extraordinarias personas», sopesa Serrat, un tipo ocupado a pesar de su supuesto barbecho. «Hoy he ido a renovarme el carnet de conducir, luego al notario con mi hija, y luego a comer con la familia. Y ahora estoy aquí. Sigo vivo y eso implica hacer muchas cosas, algunas muy aburridas. Otras no tanto», explica.

Serrat es, lo dijo ayer el jurado que decidió otorgarle el premio Princesa de Asturias de las Artes, bisagra emocional y cordón umbilical generacional. Un artista que «trasciende la música y se hace referente cívico, sumando a las letras de sus canciones la fuerza del himno colectivo con voluntad universal». Y sí, Serrat es todo eso y más. Es ‘Fiesta’ en la verbena, ‘Una guitarra’ sonando y llorando en el funeral y el nieto que pincha a traición ‘La saeta’ en un altavoz portátil durante el entierro de la abuela. Es, en fin, memoria y familia.

Versos y poetas

 

«En general, estoy bastante contento con mi vida. Me siento bastante a gusto con lo que he sido y con lo que espero que la vida me permita disfrutar», valora el ex Noi del Poble Sec, escritor bañado por el Mediterráneo y cantor impulsado por la magia de sus viejos poetas. «Primer els amics arriben, quan els amics se’n van, sols queda una guitarra, per fer d’acompanyant», que canta en el estribillo de ‘Una guitarra’.

Un pedacito del premio, de hecho, debería ser para Miguel Hernández. Y también para Antonio Machado. «Una de las condiciones que me puse a la hora de hacer canciones era poder trasmitir un pensamiento poético», recuerda. Su carrera, basta pegar la oreja, se ha fabricado sobre esos mimbres, aunque sus ideas al respecto sigan siendo inequívocas. Porque canción y poesía, insiste Serrat, no son lo mismo. «Son dos maneras diferentes de expresarse y comunicarse. Y yo reivindico las dos. Puedo decir que conozco a grandes poetas que han sido incapaces de hacer una canción», asegura.

Luego, claro, está lo del idioma, ese saltar del castellano al catalán que asombra al jurado pero que para él es tan normal como respirar. «Lo he hecho con la certeza de ser una persona que tiene estos dos idiomas como forma de existir y manera de entenderse. Conviven en mí con toda naturalidad, sin necesidad de usar el diccionario para pasar de una a otra», dice.

Colofón artístico

Alejado de los escenarios desde el 23 de diciembre de 2022, Serrat es, aquí y ahora, un hombre agradecido. «Francamente, es un buen colofón a mi carrera artística», reconoce quien fuera jurado del premio hace 30 años.

-¿Y usted a quién votó?, le preguntamos.

-Eso pregúnteselo a Manolo Vicent-, replica guasón.

El premio, añade, es también un espaldarazo a un oficio, el de destilar versos y acordes hasta dar con la canción perfecta, hecho del «deseo y la necesidad» de aprender. «A la hora de dar las gracias me siento parte del oficio y acompañado por toda una gente que ha hecho de esto de escribir y cantar no solo una manera de ganarse la vida, sino también de expresarse y comunicarse. Soy hijo de una cadena», abunda.

Y por más que su eslabón esté ya más cerca del final que del principio, renuncia Serrat a bajar los brazos. «Escribo por placer, no para publicar; hago alguna canción… Pero no tengo necesidad ni compromiso de terminar las cosas», desvela. Además, añade, el panorama tampoco es que sea demasiado alentador. «Tal y como está montada toda la historia del artista y la industria es poco estimulante. Muchas cosas no las entiendo, así que tampoco me quiero romper la cabeza», relativiza.

En su fallo, el jurado también ha destacado el papel de Serrat como ‘vehículo de concordia y entendimiento’, un elogio a la prudencia que el autor de ‘Cançó de matinada’ remata asegurando que no es «abanderado de nada». «Soy cómplice de cualquier causa en la que haya estado implicado», dice. Ahora, añade, lo que más le preocupa son los efectos del cambio climático y cómo la mano del hombre anda haciendo mella en la naturaleza. «Cuando escribí ‘Pare’ era 1973. Han pasado 50 años y parece que la gente se está concienciando», apunta.

Sobre su futuro poca cosa: no lo dejó por problemas de salud ni falta de comunión con el público, pero tampoco parece que lo eche demasiado de menos. «La vida es un camino dinámico y yo no estoy en disposición alguna decirle que va a ser de mi de vida de aquí un año o dos años», dice. «Es un momento inesperado y feliz. Espero tener tiempo para poder disfrutarlo con la serenidad y la distancia que también merece», añade. Y, tal como ha llegado, se esfuma. Media hora que, parece, se le ha hecho larga.

«Sed tan felices como lo soy yo hoy», dice antes de desaparecer. Así sea.

Content Source: www.abc.es

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