No fue un milagro, pero casi. Porque después de veinte minutos de aplausos entusiastas pero contenidos, de respetuosa atención filooperística y rigidez como de pipa y monóculo en los siempre atildados Jardines de Pedralbes, el público se levantó como eyectado de sus asientos y, mejor aún que andar, se puso a bailar. Sonaba, cómo no, ‘Don’t Get Me Wrong’, luminoso y efervescente himno llegado con gran desparpajo desde mediados de los ochenta, y para entonces ya había quedado claro que Chrissie Hynde y sus remozados Pretenders (el batería Martin Chambers también se ha bajado del barco) habían venido a hacer saltar la banca. A revivir con furia eléctrica y asombroso ímpetu los días de gloria de la new wave. A, en fin, arrinconar la nostalgia, soltarle un par de guantazos, y maravillar con esos casi 73 años asombrosamente enérgicos y lozanos.
El secreto de la eterna juventud, reinterpretado en vivo y en directo entre impetuosas coces de punk mellado y pop hercúleo. Nervio eléctrico, memoria acorazada y una voz en estado de gracia para inaugurar Les Nits de Barcelona, festival por el que hasta el próximo 25 de julio pasarán artistas como Patti Smith, Rufus Wainwright, Diana Krall, Simple Minds o Sopa de Cabra. Noche de estreno, pues, y noche también de reencuentros, ya que hacía más de veinte años que la banda de Hynde no actuaban en la ciudad. Un par de décadas que se esfumaron en cuanto el cuarteto empezó no por el principio, sino por el final y se acercó al reciente ‘Relentless’ para descorchar la noche tomando impulso en el embrollo de guitarras de ‘Losing My Sense Of Taste’.
Toda una declaración de intenciones para marcar el rumbo de una velada en la que mandaron las guitarras volcánicas, la distorsión afilada y las dentelladas de rock esencial. El chirrido como de tren a punto de descarrilar de ‘Turf Accountant Daddy’ y la exhibición vocal, primera de muchas, de ‘Kid’, rescate de aquel fogoso debut con el que Pretenders dejaron huella en la new wave de los primeros ochenta.
«Vivir para siempre»
Como pez en el agua se mueve Hynde entre esos dos extremos; entre la historia antigua de ‘Message Of Love’ y la garra contemporánea de ‘Junkie Walk’; entre la densa humareda reggae de ‘Private Life’ y el desborde eléctrico de ‘Let The Sun Come In’, otro de los hallazgos de ‘Relentless’ y canción que podría haber firmado el Neil Young atropellado y deliciosamente indiferente a las modas del momento de los primeros dosmil. «Vivir para siempre, ese es el plan», cantaba Hynde mientras, a su lado, el guitarrista James Walbourne se retorcía como un joven Elvis Costello y servía electricidad flamígera y riffs impetuosos.
Y es que, ahora que nadie parece poder seguirle el ritmo, Walbourne, 44 añitos de nada y coautor de las nuevas canciones de la banda, se ha convertido en el mejor socio de una Hynde infatigable que, botas hasta las rodillas y rock & roll actitud hasta en los andares, lo mismo se quita la chaqueta de cuero para ponerse vozarrón de baladista superdotada en ‘Hymn To Her’ y ‘I’ll Stand By You’, que imprime movimiento a la foto fija del punk-pop ochentas con la exquisita ‘Back On The Chain Gang’, y despacha furia rockabilly con ‘Thumbelina’.
Ni siquiera necesitó echar mano de ‘Brass In Pocket’, su mayor éxito, para salir a hombros de los jardines de Pedralbes: ese final de infarto, con ‘Break Up The Concrete’ como poseída por el fantasma de Bo Diddley y ‘Bad Boys Get Spanked’ y ‘Middle Of The Road’ en modo apisonadora, bastaron para que el público volviera a sublevarse agolpándose durante unos minutos frente al escenario. Otro pequeño milagro, o casi, al que sumaron, ya en los bises, la emocionante versión de ‘Stop Your Sobbing’, canción de los Kinks que Hynde hizo suya con pasmosa naturalidad, y el trote implacable y enloquecido de una oportunísima ‘Mystery Achievement’. Porque pocos logros más misteriosos y sorprendentes que el de estos robustos y rejuvenecidos Pretenders 2024.
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