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Racismo o criptomnesia: cuando Taylor Swift pagó para evitar un juicio por plagio

El momento parece maliciosamente estudiado: unos días antes de la visita de Taylor Swift a España, DKISS estrena por primera vez en abierto el documental ‘Taylor Swift: Original o plagio’, que trata sobre el presunto caso de plagio que rodeó a uno de sus mayores hits, ‘Shake it off’.

Todo empezó hace diez años, en 2014, cuando la cantante consiguió su segundo número uno en Estados Unidos con la canción, cuya letra pretendía «ofrecer un enfoque cómico y empoderador de las críticas negativas», según explicaba ella misma. El single se convirtió en uno de sus grandes éxitos al alcanzar miles de millones de reproducciones en las plataformas y ser nominado a tres Premios Grammy. Sin embargo, tres años después, el productor y compositor Sean Hall observó que parte de la letra era parecida a la de una canción que él mismo escribió en 2001 e interpuso una demanda de plagio.

«Players gonna play and haters gonna hate» («Los jugadores van a jugar y los enemigos van a odiar») es la frase con la que comienza el estribillo tanto del mundialmente conocido tema de Taylor Swift como de ‘Playas Gon’ Play’, la canción que el demandante, junto con Nathan Butler, compuso para 3LW, una girlband estadounidense que consiguió cierto éxito a principios de los 2000. Esta expresión fue el origen de una odisea judicial que duró más de cinco años, en la que ninguna de las dos partes estaba dispuesta a ceder.

‘Taylor Swift: Original o plagio’ cuenta con la entrevista en exclusiva a Hall y su abogada, que relatan cómo fue la experiencia de intentar plantarle cara a la artista actual más grande de la industria musical. Además, participan Tayla Parx y Kandi Burruss, dos compositoras que analizan el posible plagio. Para contextualizar, los periodistas Shirley Halperin, Sidney Madden y Mikael Wood, que han seguido el caso desde el inicio, ofrecen su testimonio. Con todos estos elementos, el documental se adentra en la parte legal, ética y cultural no solo de esta demanda de derechos de autor, sino de otras similares que se han interpuesto en la industria de la música a lo largo de la historia.

Pero vayamos a lo que nos ocupa: ¿cometió realmente un plagio Taylor Swift en aquella ocasión? En un primer momento, la demanda de Hall fue desestimada en 2018 por un juez que declaró que la letra era «demasiado banal» para tener derechos de autor. Hall apeló el fallo y un tribunal lo revocó en 2019, diciendo que su denuncia aún alegaba de manera plausible que el estribillo era suyo y que Swift podía haberlo copiado. Ella también intentó recurrir la decisión, pero el juez estableció que existía la «posibilidad de que todavía haya una disputa genuina sobre la posible similitud sustancial entre la letra y su estructura secuencial».

En su declaración, Swift aseguró que en la época en la que salió ‘Playas Gon’ Play’ solo escuchaba radio country y que ni siquiera conocía el grupo 3LW. También dijo que la letra de ‘Shake It Off’ fue escrita íntegramente por ella y que había escuchado las frases «los jugadores van a jugar» y «los que odian van a odiar» a otros chicos en el instituto. Pero aquí, el equipo de Hall encontró una contradicción importante: el grupo 3LW dio una actuación muy conocida en un programa de televisión llamado MTV’s Total Request Live, y en una entrevista, Swift dijo que había «crecido viendo ese show». Ante esta acusación, la cantante de pronto cambió su versión y dijo que sus padres no le dejaron ver ese programa hasta que cumplió los trece. Tres años después de la actuación de 3LW.

El equipo de Hall no dio verosimilitud a la afirmación de Swift de no conocer a 3LW, y en el documental abre un frente que también resulta algo inverosímil: el racismo. Varios participantes en el documental aluden a músicos negros a los que ciertamente se les robaron melodía, letras o incluso canciones enteras para ser interpretadas por artistas blancos. E incluso aseguran que las frases de marras salen de la jerga de la comunidad negra. Pero en este caso, y por mucho que Swift cometa otros deslices de apropiación cultural como aparecer de rapera en el videoclip, la acusación de racismo parece desmedida.

Sí resulta verosímil la teoría que plantea otro de los intervinientes en el documental, según la cual Swift sufrió un episodio de criptomnesia durante el proceso de composición de ‘Shake it off’. Es decir, tenía ese recuerdo oculto en la conciencia. No recordaba que había escuchado ‘Playas Gon’ Play’ hacía más de diez años, y por eso ni siquiera pensó en cómo se generó ese recuerdo inconsciente. Lo mismo que le ocurrió a George Harrison con su ‘My sweet Lord’, copiado sin querer del ‘He’s so fine’ que The Chiffons habían publicado en 1963.

A Harrison le costó una fortuna el desliz. Y Swift, ante la perspectiva de pasar por lo mismo, y con tal de evitar el circo mediático del juicio, pagó a Hall para zanjar el asunto. Sin que nunca se haya sabido cuánto.

Lo más interesante del documental es, sin embargo, el dilema que plantea al espectador. ¿Por quién posicionarse? Apoyar a Taylor no es exclusivamente tomar la opción más fácil, la de apoyar a una súperestrella, sino también defender la libertad de componer canciones sin que te lluevan demandas por similitudes banales. Pero ponerse de parte de Hall es defender al débil, al David frente a Goliat, en su lucha por el reconocimiento de lo que cree que es suyo.

Content Source: www.abc.es

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