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Riqueni: «Gracias a los conciertos que dimos en mi prisión me concedieron el tercer grado»


El domingo 11 de junio de 2017, Rafael Riqueni firmó por última vez el registro de la cárcel de Sevilla I, en Mairena de Alcor. El guitarrista había pasado dos años encerrado por una acumulación de delitos leves cometidos unos años antes, en 2010, relacionados todos con un trastorno bipolar que le habían diagnosticado a mediados de los 90. «Fue una de las peores etapas de mi enfermedad», reconocía hace siete años a ABC, pocos días después de recuperar la libertad. Ahora, el guitarrista revela que se la concedieron gracias a las actuaciones que realizó junto a Estrella Morente en dicha prisión y que dan forma al disco ‘Estrella & Rafael’ .En el momento de su encierro, Riqueni ya había publicado seis álbumes, acompañado a los cantaores más grandes e incluido entre los mejores guitarristas de la historia del flamenco. «Es el único que ha desarrollado un estilo al margen de la escuela dominante de Paco de Lucía », decía la prensa. Pero luego su vida se torció. Primero le diagnosticaron la enfermedad y, poco después, su padre, el mismo que había alimentado su talento, se suicidó. Aquella sucesión de tragedias le llevaron al alcohol, las drogas y la calle. La vida del guitarrista se convirtió en un infierno, hasta el punto de que la academia de flamenco Amor de Dios, situada en el Mercado de Antón Martín de Madrid, le dejó dormir en uno de sus sillones, tal y como refleja el documental sobre su vida dirigido el año pasado por Paco Bech. «Estaba muy mal y no era capaz ni de salir de la cama», cuenta ahora, en un encuentro con este diario en el Teatro Albéniz de Madrid, junto a Estrella Morente. Un instante antes, la responsable de comunicación les ha tenido que interrumpir: «¡Chicos, hay que empezar la entrevista!».Noticia Relacionada estandar No Cuando Paco de Lucía se enfrentó al maestro Rodrigo sin saber solfeo Israel Viana Universal publica una edición remasterizada del mítico ‘Concierto de Aranjuez’ grabado por el guitarrista flamenco, en presencia del compositor clásico, con motivo del 30 aniversario de la actuación en TorrelodonesLlevaban ambos unos minutos improvisando unas tarantas sobre el escenario, sin micrófonos, ensimismados. «Sí, vamos, que si no nos cortáis podemos seguir así toda la vida», bromea la hija de Enrique Morente. A continuación, sin embargo, no puede evitar explicar el cante que hacían, aunque dirigiéndose a su compañero: «Es que es uno de los palos más desconocidos del flamenco y más difíciles de cantar, pero si el guitarrista lo conoce bien, como tú, Rafael, al improvisar suele irse a una nota diferente a la del cantaor, al otro lado del mástil». «Eso fue precisamente lo que nos ocurrió al interpretarla en la cárcel, ¿te acuerdas? Tengo que decirte, por cierto, que esas cuatro o cinco visitas que me hiciste para tocarles a mis compañeros te las agradeceré toda mi vida, porque gracias a ellas me concedieron el tercer grado», le comenta el guitarrista a Estrella sobre el momento en que se realizaron las grabaciones que conforman este primer disco juntos, para homenajear a dos figuras clave de la historia del flamenco como la Niña de los Peines y el Niño Ricardo . Un álbum que es también el primer lanzamiento de Oco, el sello fundado por Pino Sagliocco, el promotor musical que juntó a Montserrat Caballé y Freddie Mercury en la mítica ‘Barcelona’ y que produjo el disco de Camarón y Tomatito en Montreux, en 1991.Estrella y EnriqueEstrella Morente fue en ayuda de Riqueni, de la misma forma que su padre acudió en auxilio del guitarrista cuando peor se encontraba. Al preguntarle si recuerda la llamada del cantaor, contesta directamente a su compañera, como si quisiera contárselo personalmente a ella: «La verdad es que fui yo quien acudió a él. Le llamé y le dije que tenía una depresión muy grande tras la muerte de mi padre, lo cual era verdad. Había visitado ya a no sé cuántos médicos, pero las pastillas que me recetaban no me hacían nada. No había manera de sacarme de la depresión, así que le pedí que me ayudara. ¿Recuerdas que me llevó a Granada y que comía en vuestra casa? Me quedaba a dormir luego con un amigo suyo y estaba todos los días con vosotros».«Sí, claro que te recuerdo por casa –responde ahora la cantaora–. Mi padre te provocaba para que tocaras la guitarra hasta en los peores momentos. Él solo quería escucharte y que tú mismo te escucharas. Lo que motivaba a mi padre, el motor de esa ayuda, era provocarte las ganas de tocar de nuevo y recordarte la grandiosidad de tu obra. Los médicos ya se ocuparían de las otras cosas. A veces estaba yo en la terraza y, al oírte en la habitación, mi padre se acercaba y me decía: ‘Escucha a Rafael, escúchalo’. Perdona, maestro, que me enrollo…».«No te preocupes», reacciona Riqueni para continuar la conversación: «La verdad es que entre tu padre y yo había una simbiosis muy especial, de esas que se dan muy pocas veces en la vida. Una… no creo que llegue a dos. Siempre digo que Enrique tuvo una primera etapa con Pepe Habichuela que comenzó con ‘Despegando’ (1977), y luego el tío Pepe, que era para comérselo, me dio el testigo para seguir yo tocándole a él. ¡Eso es muy bonito!». Estrella parece emocionarse, pero zanja la cuestión con una sonrisa, dirigiéndose esta vez al entrevistador: «Yo siempre he tenido la necesidad de ir detrás de los pasos de mi padre, y uno de los más importantes que dio fue estar cerca de Riqueni. Estos conciertos en los que dimos la oportunidad al resto de reclusos de escuchar música un ratito, y el disco que salió de ahí, es una muestra de ello».

Content Source: www.abc.es

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