Un plató de televisión es como un laberinto. Mejor dicho: es un laberinto. Que se lo digan a Alberto y Laura Caballero , los creadores de ‘La que se avecina’, que se perdían por los nuevos estudios en Ciudad de la Imagen (Pozuelo, Comunidad de Madrid) de la longeva serie española sobre una comunidad de vecinos. O que se lo digan a las actrices María Castro y Sara Molina, o sea, Pía Adarre y María Fernández en ‘ La Promesa’ , que en un vídeo publicado por RTVE hacen de guías por los dos platós en Leganés (Comunidad de Madrid) del serial de época que produce Bambú y emite La 1 de lunes a viernes (17.30). Como desvelan ambas, la puerta de salida del servicio, por ejemplo, no lleva a ninguna parte.Sara Molina y María Castro RTVEEn dicho vídeo, María Castro – a punto de parir – explica que la habitación donde su personaje, el ama de llaves Pía Adarre, cuidaba a su hijo recién nacido, Dieguito, ahora es el almacén donde Pelayo (Michel Tejerina) tiene escondido el arsenal de armas (el mismo que acaba de descubrir nuestro malo favorito, el capitán de la Mata). Ahí, bromea la intérprete, su personaje ha sufrido mucho.Otra instancia del palacio que muestran es la habitación de Jana (Ana Garcés) y María Fernández (era, mejor dicho, pues ahora comparte junto a Vera); una instancia que, como en cualquier otro plató, está al lado de otra, el despacho del mayordomo Rómulo ( Joaquín Climent ), donde se despacha a gusto el ama de llaves. En ese momento, María Castro revela que otra habitación de ‘La Promesa’ , donde descansó Rómulo enfermo, es ahora un desván, el mismo donde escondió Vera el dinero que después descubrió María Fernández.María Castro y Sara Molina, en el plató de ‘La Promesa’ RTVE«Mirad con lo que conecta. No tiene nada que ver. El despacho de Rómulo. Esta [cuarta] pared se quita y se pone», explica María Castro. El ‘tour’ ha terminado en el patio cordobés de ‘La Promesa’, donde Castro recuerda la conversación que tuvo su personaje con sus otras tres compañeras de servicio, Jana, María Fernández y Teresa (Andrea del Río), sobre el asesinato del barón de Linaja. «Fueron cinco o seis secuencias seguidas», recuerda Sara Molina.
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