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En las tripas de los castings de ‘Gran Hermano’: «Soy ingeniera industrial, pero este tren solo pasa una vez»

El ojo de ‘Gran Hermano’ está en Chamartín. Por allí, en la quinta planta del Hotel The One, hay una fila de personas que sale del piso. Jóvenes, ancianos, padres e hijos esperan para recoger su pegatina. «Es un sueño, es un sueño… No me creo que esté aquí». Son anónimos, muchos han pedido horas libres en el trabajo para estar aquí, pero en cuestión de meses pueden estar delante de más de un millón de hogares. Los castings de ‘Gran Hermano’ han arrancado en las principales ciudades y la emoción se palpa en cada rincón del hotel. Más de 84.000 inscripciones, aunque muchos de los que aparecen por allí son espontáneos. «No me he apuntado ni he rellenado el formulario, pero he venido a ver si cuela», cuenta una de ellas.

En la terraza del hotel, cientos de aspirantes se entrecruzan buscando la sala a la que deben ir. Tienen pegatinas con distintos colores para clasificar mejor el flujo de gente y que no haya colapsos. En una de las salas del ático hay una cuenta atrás que se intercala con los momentos más impactantes de la historia del programa. La gente grita enloquecida cuando aparece la frase: «Vuelve Gran Hermano».

El regreso del formato tras siete años fuera de la parrilla de Telecinco ha tenido una buena acogida y supera con creces las expectativas de sus directores. «Participar en ‘Gran Hermano’ te puede cambiar la vida. Viene gente a por el dinero, no te voy a engañar, pero también a cambiar de vida. Un médico ha decidido abandonar su trabajo para probar esto porque la vida son dos días», Miguel Martín, director general de Zeppelin.

El estreno del programa coincidirá con el 25º aniversario del lanzamiento internacional del formato. Hasta ahora, los aspirantes tienen entre 18 y 81 años de edad desempeñan profesiones de lo más dispares, desde médicos hasta profesionales de la peluquería o modelos. La familia de Raúl no sabe que está aquí, solo su hijo. «Fue quien me animó a venir. Soy muy hablador, me llevo bien con todo el mundo. Hay gente que se espera que esté aquí y gente no. Ya veremos», cuenta entre risas. Este reparador de máquinas de comida está emocionado y expectante. A su lado está una chica guapa, joven y habladora. «Estudié ingeniería industrial y después de hacer el máster he pensado que esta experiencia hay que vivirla sí o sí», cuenta Irene de 24 años.

Jóvenes con un futuro laboral prometedor y adultos que quieren dar un cambio de aires a su vida se sientan en la misma silla frente a una cámara para las pruebas. «Uno de los pasos del casting es realizar esta prueba. Se ponen frente a ella y hablan», cuenta Teresa Colomina, la directora del casting. Lleva años detrás de esta faceta que ha convertido a anónimos en personas destacadas del mundo social y del corazón. «Nosotros no buscamos, encontramos. Es nuestro trabajo. Gente fresca con historias bonitas… Es lo que la gente quiere. Gente que emocione, que divierta, que haga reír», cuenta.

¿El secreto? Un buen equipo de trabajo. «Es esencial tener gente a tu alrededor diversa, variada, con la que puedas discutir sobre un candidato». Para que los inscritos pasen de nivel, todo el equipo debe estar de acuerdo con esa decisión. El proceso de selección es estricto, lento y costoso. No se pueden permitir dejar pasar el talento. «No queremos a 20 personas que hablen de Nietzsche, pero tampoco que sea un cachondeo».

Content Source: www.abc.es

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