Viniendo de los creadores de ‘Juego de tronos’ se podría suponer que los protagonistas iban a morir poco después de salir los créditos iniciales, o que el título de su nueva serie, ‘El problema de los 3 cuerpos’ , era una obvia referencia a tres cadáveres apuñalados que flotan en las orillas de Desembarco del Rey. Pero no. D. B. Weiss y David Benioff cambian HBO por Netflix, la alta fantasía por la ciencia ficción y los escándalos rosas de la corte (a veces, muchas, más escarlata que otra cosa) por los teoremas y los algoritmos del espacio exterior. La amenaza, ya sin dragones, vuelve a venir del cielo pero no es inminente, sino dentro de cuatrocientos años. No hay adaptación imposible para los creadores de ‘Juego de tronos’, capaces de terminar lo que nunca terminó George R.R. Martin y ahora, sobre la base del superventas del escritor chino Liu Cixin , también de extirpar el alma a tanta ecuación y número. Claro que para trasladar este material al ‘streaming’ contaron con otro socio, Alexander Woo , conocido por ‘True Blood’ o ‘The terror’. En ‘El problema de los 3 cuerpos’, los cerebros viajan, los cargueros se pliegan como amasijos de chatarra y el cielo y las estrellas hablan en morse. Hay amor, que acaba tan pronto como la cuenta atrás que se le aparece a algún protagonista; hay política e historia, realidad virtual, ciencia y asesinatos. La religión, aquí, no tiene un único señor, sino que evangeliza con la ciencia y obedece a varios dioses. Y aunque la nueva gran serie de Netflix empieza como un thriller, con el sospechoso suicidio de unos físicos, no deja de ser el día a día de un grupo de amigos que beben, lloran, estudian, juegan, fuman y, en su arco vital, su vocación y talento tropieza con la imperiosa necesidad de intentar salvar el mundo del futuro por culpa de una contingencia provocada en el pasado. «Esta es una historia sobre la humanidad y la lucha de la humanidad contra un misterio aparentemente irresoluble que desemboca en una profunda crisis existencial», admite Benioff en las notas de producción de la serie. Los creadores de ‘Juego de tronos’ viraron el género y se fueron al otro extremo para distanciarse de la fantasía medieval de HBO, pero pescaron a parte del reparto británico de la aclamada serie para que la aproximación al material original de Cixin fuera más sencilla, con problemas científicos imposibles pero con caras conocidas. Ya saben, aun en cosmología, los pies siempre mejor en la tierra. En ambos casos, el objetivo era común: llevar un género residual a un público masivo.Repiten a sus órdenes actores como Liam Cunningham, Jonathan Pryce y John Bradley, que es, junto a Eiza González, Alex Sharp, Jovan Adeppo y Jess Hong, uno de los Cinco de Oxford, una estratagema de los creadores para tener cinco protagonistas representativos de diversas partes del mundo en lugar de dejar que el peso recayera sobre uno solo. «En la medida de lo posible, queríamos representar a toda la humanidad. Queríamos que hubiera gente de todo el mundo. Intentamos que hubiera un reparto muy diverso e internacional para transmitir la idea de que esta no es solo la lucha de un país contra una amenaza alienígena, sino una lucha global por la supervivencia», asegura Benioff. Los extraterrestres no se ven, como sí se veía (o no tanto) el Rey de la Noche, pero están en todas partes. La serie no hace del susto, como ‘Alien, el octavo pasajero’, su principal baza, pero el miedo se palpa en cada uno de sus ocho capítulos. «Ya hemos visto miles de historias sobre invasiones alienígenas, pero esta es muy distinta porque se centra realmente en los humanos, y en la reacción humana al descubrir que no estamos solos en el universo… y que lo que hay fuera no es precisamente amistoso», explica el ‘showrunner’. Todo, claro, con el consentimiento de Cixin. «Estos cambios aumentan la implicación emocional, que es la piedra angular de toda serie. Incluir a personajes de la segunda y tercera novela en la primera temporada es un cambio enorme», apunta Woo.
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