Las aventuras de Eugene Levy con Bellerín, tablaos y un emotivo derbi

Para lo bueno y para lo malo, Levy es sincero, transparente, y no sabe mentir, de modo que aquello que le entusiasma, se traslada a los espectadores y lo que no, también. El actor viaja por Italia, Alemania, Escocia pero lo emocionante llega, al menos para algunos, cuando el canadiense pisa España. Aquí empieza la fiesta. «España tiene una historia increíble y mucha pasión por la gente, una cualidad sobresaliente que cualquier país desearía», reconoce el actor a ABC.

Su afinidad con España tiene que ver mucho con la vida. «La familia de mi padre hablaba en español en vez de inglés cuando no querían que los niños oyeran de lo que estaban hablando. Así que tengo una unión especial con España y los españoles que se remonta a mi familia y a mi infancia».

Levy aterriza en Sevilla, y lo ha hecho ya en Apple TV+, y lo primero que le cuentan es el emocionante derbi sevillano que se celebra. «Son muy apasionados con este deporte y con sus equipos. Fui al partido intentando ser neutral, no iba a ser fan de ninguno, pero después de mi tarde con Bellerín, me dije: bueno, esto es demasiado, ahora tengo que animar al Betis».

Un derbi emocionante

A Levy le emociona recordar sus toques de balón con el futbolista horas antes del partido, pero más aún cuando rememora cómo el catalán hizo el movimiento que el actor le mandó hacer si marcaba un gol. «¡Wow! ¡Increíble! Ya sabes, es un defensa, no marca muchos goles. Así que le dije, bueno, si alguna vez metes un gol le dije: párate ahí, pon tu mano en la cadera y señala a la multitud. Y le encantó ese movimiento».

Y así ocurrió. El futbolista marcó un golazo y cuando todo el mundo se volvió loco y se acercó a la pantalla, ahí estaba Bellerín marcando el movimiento. «¿Hay algo mejor que eso?», dice entre risas Levy. Una de las cosas que más le sorprendió fue la cantidad de escoltas que acompañaron a los jugadores de un estadio a otro. «La ciudad se vuelve literalmente loca, es el acontecimiento del año».

El actor pasa en un salto de los estadios a los tablaos. Nunca había visto flamenco antes y aunque conocía la afición por este arte, le sorprendió la magnitud. «Hay clubes flamencos de los que no tenía ni idea. El arte del flamenco se incorpora con la música y es casi como una improvisación en la que la música dirige el baile y luego otra vez la danza se dirige a la música. Fue fascinante», asegura. De ahí marchó a Málaga, para hacer ‘El caminito del Rey’, y a Tarifa, el punto más al Sur de Europa.