‘Masterchef 12’ afronta por fin su recta final. A estas alturas de la edición, y tras la doble expulsión de José y David en la entrega anterior, los aspirantes andaban necesitando un chute de energía para afrontar el último tramo del camino hacia la final. Y el ‘talent’ se lo proporcionó durante el noveno programa, emitido en La 1 este lunes 20 de mayo.
En la primera prueba de la noche, los concursantes que quedan en competición no solo recibieron a sus familiares o parejas, sino que trabajaron mano a mano con ellos. Con su inestimable ayuda, tuvieron que preparar aperitivos diferentes, con la condición de que estuviesen elaborados con la génica del adobo, el marinado o la curación.
Pepe Rodríguez cocina junto a su hijo, Jesús
Además de la satisfacción del trabajo bien hecho, en este primer reto estaban en juego una doble recompensa bastante más apetecible: el delantal dorado (y por ende, como siempre, la inmunidad durante la prueba de eliminación) y un viaje de cuatro días para dos personas a Madeira. Sin embargo, María, la ganadora, tomó una decisión salomónica: quedarse con el ansiado delantal, pero regalarle la escapada a la que según el criterio de los jueces fue nombrada como la segunda mejor de la prueba. Y esa fue Pilar.
Juanma Castaño, ganador de ‘MasterChef Celebrity 6’ junto a Miki Nadal, acompañó al jurado a catar los platos y colaboró a la hora de tomar una decisión, aunque sin duda el fichaje que se llevó todo el protagonismo fue el de Jesús, el hijo mediano de Pepe Rodríguez. El chef contó con la ayuda de su retoño para crear varias tapas, como tartar de atún, conejo en salmorejo y migas con gambas.
Una sorpresa que para nada se esperaba el chef de ‘El Bohío’, quien se quedó totalmente a cuadros al ver entrar a Jesús en las cocinas. «No lo he visto venir», admitió, totalmente asombrado. «Este programa es puñetero… Solo lo sabía Jordi. Es la bomba, y esa la magia de ‘Masterchef’, que siempre te sorprende».
La audiencia, por su parte, compartió en las redes sociales una opinión casi unánime al verlos trabajar mano a mano: padre e hijo no podían ser más iguales. Sobre todo en lo referente al carácter y sentido del humor. Según el juez, era la primera vez que cocinaban juntos. «Cuando yo cocino el cabrito se mete conmigo. Me dice ‘papá, esto es un rollo’», comentó Pepe, un tanto picado con su hijo. Este contraatacaba afirmando que «siempre hace lo mismo» y con una pequeña traición. «Va a tener que venir Jordi a cocinarme…», dejaba caer el joven.
Sin embargo, al ponerse manos a la obra, comprobaron que los unía una muy buena compenetración en los fogones.
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