Parecía difícil que dos personas que se juntaran en ‘First Dates’ conocieran la palabra ho’oponopono, una técnica ancestral hawaiana de meditación… Pero es que, encima, Yoanny (46) y David (51) también la practicaban. El restaurante de citas de Cuatro consideró que presentando a estos dos solteros de actitud zen habría ‘match’ asegurado entre ellos. Sin embargo, el madrileño resultó ser demasiado místico para la canaria.
Y es que Yoanny es una mujer muy espiritual, pero también se califica como, «sexual y pasional un poquito más de lo normal». A Carlos Sobera le contó que se ha casado dos veces, pero sueña con probar una tercera boda y hacerlo mediante un ritual exótico. O incluso por la Iglesia. Pero para eso antes debe conocer a su media naranja, alguien que le entre por los ojos y sea buena gente.
A priori, David entraba dentro del prototipo de la soltera, tanto físicamente como en forma de ser. «La felicidad y el éxito residen en tener paz mental, tranquilidad, y en ser buena persona», se presentó el hombre.
El interés de Yoanny por David, no obstante, duró un suspiro: lo que tardó su pretendiente en llegar a la barra del local y saludar a Carlos Sobera y a Matías Roure antes que a ella. A la canaria ese gesto le pareció «muy distante». Aunque tampoco le gustó del todo que él se calificara como una persona cuadriculada. Y mucho menos que para romper el hielo se fuera por los cerros de Úbeda recomendándole libros de desarrollo personal. «¡Qué aburrimiento! Hemos venido aquí para conocernos y no se muestra receptivo», se quejó la soltera al ser entrevistada por el equipo de ‘First Dates’.
Justo después, David por fin empezó a hablar de sí mismo, pero a Yoanny no le hizo gracia saber que su pretendiente, tras 17 años viviendo en Las Palmas, se ha vuelto a Madrid a casas de sus padres al separarse. Ella no concibe «estar manteniendo a una persona que a día de hoy vive con su familia».
Las ideas preconcebidas de Yoanny sobre David
Casi al final de la velada, Yoanny consiguió desviar la charla hacia un tema que sí le interesaba: el sexo. «Menos mal que lo ha metido, porque me estaba muriendo ya de sueño. Ahí dije, hay persona», comentó la canaria.
Yoanny y David decidieron no darse una segunda cita
Aunque no pudo disimular que a esas alturas ya se había puesto un poco a la defensiva con su cita. Él aseguró que le encanta el sexo, algo que ella puso en duda: «¡Quién lo diría!», espetó con mucho retintín y dejando muy confundido a David. La canaria había deducido por la charla filosófica de su pretendiente que no podía ser un hombre ardiente. «¿Qué tiene que ver la filosofía con el sexo? Me ha molestado. Que yo sea una persona más espiritual no significa que en la sexualidad sea…», confesó, un tanto cabreado.
Una velada que se las prometía muy en paz y armonía se había convertido en campo de práctica de fuego cruzado. Yoanny y David no vibraban a la vez.
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