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Jardiel Poncela se convierte en personaje

Enrique Jardiel Poncela pasó sus últimos años -murió el 18 de febrero de 1952- encadenado por un cáncer de laringe que le impidió, al parecer, escribir su autobiografía, ‘Sinfonía en Mi‘ -un título muy Jardiel-. Fueron, dice Ramón Paso, su bisnieto, meses de grandes dolores y mucho sufrimiento que aliviaba con la centramina y otros medicamentos.

En esos momentos, precisamente, se sitúa ‘Jardiel enamorado‘, que acaba de estrenarse en el Teatro Infanta Isabel de Madrid, con Pepe Viyuela en el papel del dramaturgo madrileño. El propio Ramón Paso es su autor y director, y el reparto lo completan Ángela Peirat -que encarna a Josefina Peñalver, el gran amor de Jardiel-, Ana Azorín, Inés Kerzan, Sergio Otegui y Rafa Ramos. La produce Andrés Vicente Gómez, que vuelve al teatro, donde probó fortuna hace aproximadamente una década.

La idea primera de autor y productor, poner en pie una biografía teatral de uno de los nombres fundamentales de la escena española del siglo XX, se ha convertido finalmente en un tributo a su figura. «Se plantea un viaje al interior de Jardiel», explica Pepe Viyuela. El dramaturgo, en el delirio que le provoca la enfermedad y los medicamentos, revisa su vida, «que tiene sus claroscuros, sus luces y sombras, que nos presenta a un Jardiel más íntimo, a veces más oscuro, y muy desconocido», dice el actor. «No es una visión edulcorada de Jardiel; como todo los seres humanos, a veces era insoportable y a veces adorable», completa el autor.

Un librepensador

Josefina Peñalver, Charles Chaplin, el Madrid de los cafés y la posguerra, el Hollywood de los años treinta… son algunas de las personas y momentos que atraviesan esta voluntariamente desordenada, delirante y caótica revisión de la vida de Jardiel, un personaje en permanente estado de reivindicación. No lo es la obra, dice Ramón Paso. «Se le presenta con sus claroscuros; se le ha acusado de misógino y fascista, pero no lo fue. Él decía que solo había algo más despreciable que la mujer, y eso era el hombre. Y tampoco era un fascista: a él le tocó vivir en una época determinada. Es cierto que era conservador -haber estado en una checa le hizo coger tirria a la izquierda-, pero las autoridades franquistas prohibieron sus cuatro novelas, y cuando murió la Iglesia no quiso que se le enterrara en Sagrado. Lo que era Jardiel era un librepensador».

Insiste Pepe Viyuela: «Es la revisión de un hombre a través de su álbum de fotos; algunas están descoloridas, otras rotas, otras vívidas… Jardiel nos cuenta su vida… A su manera».

Esa manera de entender la vida, su humor particular, se aprecia en un detalle que cuenta Ramón Paso. «Toda la vida había creído, porque así me lo había contado mi familia, que Jardiel había aguantado para morir el mismo día que lo había hecho su madre. ¡Mentira! Él murió el 18 de febrero y ella el 31 de julio».

Concluye el autor que todo lo que se cuenta es verdad… salvo dos cosas. «Una pudo suceder, el encuentro con Harpo Marx; los dos se movían en círculos parecidos. El otro es la presencia de Oona O’Neill ya casada con Charles Chaplin; en realidad, en aquella época ella tenía solo nueve años… Pero me apetecía que apareciera en la obra».

Content Source: www.abc.es

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