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‘Madama Butterfly’, ópera y turismo sexual en Shanghái

Pocas óperas hay tan populares –al menos el título– como ‘Madama Butterfly’, la obra que Giacomo Puccini estrenó el 17 de febrero de 1904 en La Scala de Milán –con un fracaso estrepitoso, por cierto–. Los libretistas, Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, se basaron en la obra de teatro homónima de David Belasco, inspirada a su vez en un relato de John Luther Long. Situada en el Japón de principios del siglo XX, cuenta la historia de un oficial de la Armada estadounidense, Benjamin Franklin Pinkerton, y de su matrimonio arreglado con una jovencísima geisha, Cio-Cio San. ‘Tragedia japonesa’ la denominó su autor, y así la mantiene Damiano Michieletto, director de escena de la producción que presenta el Teatro Real entre el 30 de junio y el 22 de julio (ofrecerá diecinueve funciones) para cerrar la temporada 2023/24. «He intentado llevar al extremo el libreto siendo fiel al espíritu original», dice el director italiano, que creó esta producción hace unos años para el Teatro Regio de Turín. «Una tragedia siempre tiene dosis de crueldad –continúa–, y aquí se encuentra en el sufrimiento de la protagonista; nace de su ingenuidad, de creer en un matrimonio que es en realidad una burla. Para Pinkerton, la boda no es más que un divertimento;es turismo sexual. Él compra a Cio-Cio San, y ahí está la tragedia: la ilusión contra el cinismo».

La puesta en escena de Damiano Michieletto, dice Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, «depura la trama de la coraza tranquilizadora de la habitual ambientación exótica decorativa y de ese sentimentalismo vulgar que hace que apenas se vislumbren las aristas más incómodas de la obra. Logra que no haya refugio para quien quiera permanecer indiferente ante la brutalidad del tema que se aborda y, finalmente, consigue que una historia que suele contarse de manera previsible sorprenda por su modernidad y por su descarnada crueldad».

Nicola Luisotti es el director musical de ‘Madama Butterfly’ (Luis Miguel Méndez le sustituirá en el podio los días 5, 11 y 17 de julio), que contará con un cuadruple reparto. Las sopranos Saioa Hernández, Ailyn Pérez, Lianna Haroutounian y Alexandra Kurzak se alternarán como Cio-Cio San, mientras que a Pinkerton lo encarnarán los tenores Matthew Polenzani, Charles Castronovo, Michael Fabiano y Leonardo Capalbo. Suzuki, la criada de Butterfly, será interpretado por Silvia Beltrami, Nino Surguladze y Gemma Coma-Alabert, mientras que Sharpless, el cónsul de Estados Unidos, será encarnado por Lucas Meachem, Gerardo Bullón y Luis Cansino.

Periferia de una metrópoli

Michieletto revela que la producción fue recibida con ‘división de opiniones’ en su estreno turinés de 2010 –se ha repuesto en dos ocasiones más–; la ha traído hasta nuestros días, en los que el turismo sexual es habitual, y la ha situado en la periferia de una gran metrópoli asiática. Nicola Luisotti acota. «Esa metrópoli es Shanghái, y se desarrolla en una comunidad japonesa en esta ciudad». Habla el músico, que ha mostrado en el Teatro Real en varias ocasiones su sabiduría y su cercanía a Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini, de «una ‘Butterfly’ casi tradicional. Cio-Cio San no sabe, o no quiere saber, que es una prostituta, que ha sido vendida».

John Luther Long se inspiró al parecer en una historia real sucedida en la ciudad japonesa de Nagasaki;en el texto de Long, explica Luisotti, Butterfly intenta suicidarse, pero Suzuki lo impide y las dos huyen; cuando Pinkerton vuelve a la casa, la encuentra vacía. Belasco modificó la historia y los libretistas de la ópera siguieron el relato de éste. Pero la historia, cree Luisotti, no tuvo que ver en el fracaso de la ópera. «Podía esperarse, porque hay algo en la partitura original que no funciona; Puccini escribió hasta tres versiones más para los estrenos de Brescia, Londres y París». Esta última –que, entre otras cosas, tiene tres actos en lugar de los dos originales, y cambia de manera importante el papapel de Pinkerton– es la que podrá escucharse en Madrid.

Un expresivo gesto admirativo se dibuja en el rostro de Nicola Luisotti para hablar de la partitura de Puccini. «Lo que dicen todos los personajes, salvo Butterfly y Suzuki, es terrible… ¡Pero la música…! ¡Ah, la música es maravillosa, es incluso demasiado bonita. Puccini, en una de sus cartas, se refiere a ella como ‘zuccherosa’ –azucarada–, y dice lo detesta pero que no puede escribir otra cosa. Le secunda en su admiración por la partitura la soprano gallega Saioa Hernández, que se presentó profesionalmente con este título hace unos quince años. «La pueden interpretar sopranos de características vocales muy distintas; yo la siento casi como un bálsamo para la voz, como si toda la ópera fuera un gran recitativo. Cuando la canto tengo la sensación de estar actuando en una película, no cantando una ópera». Retoma la idea apuntada por Luisotti y dice que no se sabe si ella se da cuenta de lo que está pasando o si no se quiere dar cuenta. Yo prefiero pensar que no sabe que ha sido vendida. El amor solo está en su cabeza».

Content Source: www.abc.es

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