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Crítica de ‘Un año difícil’ (***): Sátira y picardías mientras se arregla el mundo

La parodia ha de ser algo muy serio y sin que por ello deje de hacer gracia. Los directores Olivier Nakache y Eric Toledano tienen talento para esto, la seriedad, la burla y la gracia, y comienzan su película con una caricatura espléndida: todos los presidentes de Francia desde que terminó la Segunda Guerra Mundial aseguran eso de que ‘este es, será o ha sido un año muy difícil’. Todos. Nakache y Toledano, los autores de combinaciones perfectas de seriedad y gracia en ‘Intocable’ o ‘C’est la vie’ se abalanzan aquí sobre el mundo ‘woke’, las tragedias medioambientales, el activismo ‘made in Greta Thunberg‘ y la cara dura en general.

Sus personajes principales son dos pícaros que malviven del trapicheo y de las deudas al por mayor y que, viendo ‘negocio’, se apuntan a un grupo de jóvenes activistas por la causa global en el que lidera, al menos estéticamente, una animadísima Noémie Merlant, que encarna maravillosamente a la ‘pija’ que ve la luz y que se envuelve en todos y cada uno de los clichés para salvar el planeta. Esto, sin gracia, no sería más que un conjunto de obviedades, pero la película vuelca sobre los dos pícaros, muy bien Pio Marmai y genial Jonathan Cohen, con menos escrúpulos que la uña de un escorpión, todo un caudal de ingenio, malicia, ingenuidad y hambruna de ‘buscón’ que le ocasionan a la historia muchos momentos de ‘incorrección’ y de simpática mezquindad. Y además, Mathieu Amalric, se presta a hacer un personaje entre filántropo y ludópata, entre abogadillo y reo, que es literalmente la monda.

Un año muy difícil para el mundo, para el grupo activista, para los dos pícaros…, y muy fácil para el espectador, que puede reírse de sí mismo, de su entorno y de su tiempo, aunque los directores y guionistas tengan piedad con esa cantidad de certezas que recubren la actualidad y su parodia tienda más a la blancura que a la negrura y suciedad que a veces encierra. Vale, el mundo tiende a tonto, pero la intención es buena. También acompaña el retrato con animadas ‘performances’ callejeras del grupo, con la ingenuidad de sus planes y sus reuniones con patatas fritas y ‘birra’ gratis, además de con un hilo romántico para pasárselo entre los dientes de la parodia y la trama. Una ocasión de pasar un buen rato con ‘las cosas de comer’ y con la cultura de pancarta, de sentada, de picardías y de mundo que se extingue cada año, siempre el más difícil.

Content Source: www.abc.es

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