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Dani Rovira: «La enfermedad me ha enseñado mucho. Solo hay que estar atento, si no, es una oportunidad perdida»

‘El bus de la vida’ recoge a los pacientes de algunos pueblecitos vascos para acercarlos al hospital general de la zona. Allí, durante el trayecto, los enfermos cuentan su duelo, comparten su sufrimiento, sus temores, sus miedos, sus angustias. También sus alegrías y sus victorias. El director de cine Ibon Cormenzana escuchó esta historia a raíz de un familiar suyo, que padecía cáncer en el oído y participaba de esta iniciativa. Ahora la historia es la trama principal de su nueva película titulada así, ‘El bus de la vida’, y protagonizada por una persona que sabe muy bien lo que significa esta enfermedad: Dani Rovira.

«Tengo cáncer. Ya tiene nombre y apellidos: Linfoma de Hodgkin». Así anunciaba el actor en sus redes sociales un 20 de marzo en pleno confinamiento por la COVID sin tapujos. Tras su recuperación, el humorista ha estado vinculado en la causa de esta enfermedad a través de sus redes y ahora encarna la historia de Andrés, un profesor de música que trabaja en Madrid tiene que trasladarse a un pueblo vasco para cubrir la plaza que ha quedado libre en un instituto.

Con los 40 recién cumplidos y sin haber superado nunca el miedo escénico, siente que su nueva vida le está alejando del sueño de ser músico. Al llegar allí, en su primer día de clase sufre un desmayo a causa de un fuerte pitido en el oído: es cáncer. Para recibir tratamiento debe desplazarse al hospital de Bilbao en El bus de la vida, un viejo autocar que traslada gratuitamente a todos los pacientes de la zona. Gracias a las risas, confesiones, experiencias y miedos compartidos con sus compañeros de viaje, Andrés irá obteniendo fuerza para enfrentarse por fin a sus miedos y llegar a cumplir su sueño.

«La enfermedad puede venir y no podemos hacer nada. A mí me ha enseñado muchas cosas, hay que estar atento, si no, es una oportunidad perdida», reconoce Dani Rovira a ABC. Encarnar a una persona con cáncer era recordar su proceso, sus temores, pero también sus ánimos. «Cuando empecé a grabar me di cuenta de que había menos retos de los que pensaba que tenía en mi cabeza. Había muchos nudos previos al rodaje, pero cuando comencé vi que tenía las cosas bastante más sanas de lo que pensaba». A su lado está Susana Abaitua, que sonríe a su lado y que protagoniza junto a Rovira la película. «Desde el primer segundo me acordé de mi alrededor que había sufrido cáncer. Es algo que me da mucho respeto», asegura.

Grabar dentro de autobús lleno de gente, con el calor que hizo durante el rodaje, no era fácil, pero la sensación del actor es la de haber hecho un trabajo bonito y verdadero. Los pacientes que aparecen en la película viven su duelo a su manera. Algunos con optimismo excesivo, otros con una pesadumbre agónica, varios con apatía y otros con valentía. Sea como sea, en el autobús se desplazan cada mañana personas con caminos distintos que recorrer, pero nunca solos.

«Cuando alguien de mi entorno sufre siempre pienso en cómo debo acompañar. La clave es no poner el foco en ti, sino en cómo quiere que la otra persona que le acompañes», indica la actriz. «Acompañar a alguien que está enfermo es muy difícil porque todos tenemos ego y tendemos a poner el foco en donde no es cuando la persona está enferma», asegura Rovira. El actor reconoce que la única prioridad es la persona que sufre. «No debería hacer ni el más mínimo esfuerzo para hacer sentir bien a la gente».

Dani Rovira vivió su tratamiento en un momento muy concreto en el que la sociedad estaba confinada y fuera del caos, el ruido y la velocidad atroz de la ciudad. La naturaleza le ayudó, un aspecto que también aparece en la película. «En un hospital, el que tiene cara de susto es el que tiene salud. En la sala de rehabilitación la gente que está hecha polvo ha hecho un trabajo de aceptación muy duro y son de otra pasta», concluye el actor.

Content Source: www.abc.es

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